Justiniano está muy preocupado
porque la gente no lee
y están casi todo el día mirando el móvil
y para intentar que vuelvan a leer libros
esta mañana ha ido a la playa
llevando consigo un ejemplar
de Don Quijote de la Mancha
y colocándose estratégicamente
cerca de varias personas
que tomaban el sol como sardinas a la plancha
y cada cierto tiempo miraban el teléfono
como si sus vidas dependieran de ello
Justiniano ha empezado a leer el Quijote
con la ayuda de un megáfono muy potente
caminando elegantemente
entre esos humanos poseídos por la tecnología
pero al poco rato
esos zombis telefónicos han empezado a insultarle
gritándo y diciéndole que les dejara en paz
y ante tal afrenta deshonrosa
Justiniano no ha tenido más remedio
que responder como una caballero andante
y tras golpear furiosamente con el megáfono
en las cabezas vacías de esas sardinas requemadas
ha partido a lomos de su Rocinante imaginario
en busca de nuevas aventuras para intentar arreglar el mundo.